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jueves, 24 de abril de 2008

The other side of the story

Acá está mi último trabajo de Taller. Elegí la idea del monologo q hace alguien q está siendo llevado en un patrullero policial. No sé que tan bien salió la historia, pero encajó justo con lo que tenía en los otros 2 trabajos.



Que el tipo no pudiera vender licor sin licencia de mayoría de edad no me importaba. Solo necesitaba una excusa para pelearme con alguien, porque necesitaba descargarme de alguna manera, ¿y qué mejor manera para descargarse un hombre que a puñetazos?
No sirve de mucho cuando luego tienes que enfrentar el brazo de la ley, y aunque estoy algo tomado, recuerdo que se supone que mañana me caso, así que debería intentar terminar con esto lo antes posible.
Casi me da pena por el chico del kiosco, él al final no tenía la culpa.
Era culpa de mi hermano, todo ese asunto tiene así. No que no quiera a mis padres, pero si solo pudiera tener a una persona en mi matrimonio, o en cualquier momento importante de mi vida, presente, sin duda sería él.
Y es justo él el que no está. Si lo que quería era herirme, lo está logrando. En la forma más cruel que me podría imaginar. Pero sé que voy a perdonarlo, tarde en temprano. El no hacerlo será tan ridículo que no merece ni siquiera pensarlo. Mi hermano es mi hermano, necesito que el llene ese lugar en mi vida, porque sino es él, nadie más va a poder.
Las Vegas es un lugar realmente atractivo en la noche, debo admitir. Bueno, en sí el mundo no te ve muy bien cuando estás en un patrullero de policía, pero eso no significa que uno no pueda mirar bien al mundo.
Mi hermano… en realidad puedo entender sus motivos. He tratado de ponerme en su lugar, y talvez yo abrí actuado de la misma manera. Nos parecemos mucho, al fin y al cabo. Somos egoístas, desconsiderados y tenemos una mala tendencia a hacer cosas de las cuales después nos arrepentiremos. Incluso sabiendo de antemano que nos vamos a arrepentir.
Pero él va a tener que entender, tarde o temprano, que era algo que tenía que hacer. Lo que mi novia y yo tenemos… bueno, si no es amor, no sé lo que sea. Y realmente quiero pasar el resto de mi vida con ella. Cuidarla a ella y que ella me cuide a mi. Depender el uno del otro.
Y ahora Las Vegas ya no es tan atractiva como lo era hace 5 minutos. Mi lugar desde el patrullero no ha cambiado, pero la ciudad ahora es una masa de luces y sonidos apenas descriptibles, y de repente me siento como un idiota por haber organizado aquí mi boda. Debería haberla hecho en casa, en mi ciudad. Si así fuera, mañana podría buscar a mi hermano hasta encontrarlo y haberlo arrastrado a la boda así sea a la fuerza.
Yo sé que a mi hermano le cuesta creerlo, pero yo también pensaba en él constantemente. Para mi también era horrible las separaciones, pero de momento eran los puros sacrificios de mi carrera. Cuando mi novia entró en mi vida, mi vida entró en conflicto. Porque me enamoraba más de ella, pero cada paso que nos acercaba era una paso que me alejaba de mi hermano. Y hasta que al final me di cuenta de que, de alguna manera, no los podía tener a los dos.
Y tomé la decisión egoísta. La elegí a ella, porque sé que aunque duela un mundo, mi hermano tarde o temprano va a regresar. Y entonces, ya no tendré que elegir.
Pero mientras tanto, me tengo que resignar, al fin y al cabo, yo lo elegí. El patrullero por fin llegó a la estación y es hora de volver a la realidad y arreglar el problema en el que estoy metido. Casi me hace sentir bien, enfrentarme a un problema que si puedo arreglar.

martes, 22 de abril de 2008

Viva Las Vegas, Baby

Acá está la historia sobre el viajero. El lugar es Las vegas, la viajera es Diana y la palabra es Rara.


Cuando su hermana le dijo que su boda iba a ser en Las Vegas, a Diana le pareció una idea genial. Un poco exéntrica talvez (o no, si se toma en cuenta cuantas personas se casan allí), pero por lo menos el viaje prometía ser interesante.
Ahora, sin embargo, Diana estaba segura que Las Vegas debía ser el lugar más raro en el que hubiera puesto un pie, y todavía no estaba segura de si eso era algo bueno o algo malo. Probablemente era algo malo.
Lo que si sabía era que lo que los lugareños decían de su ciudad era bastante cierto: Las Vegas tenía un poder oculto que lograba que los turistas se descontrolaran totalmente. Muchos rompían los códigos morales con los que habían vivido hasta que llegaron, y con los cuales probablemente seguirían viviendo cuando se fueran. Ese dicho de “lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas” se volvía necesario para todos ellos. Seguramente la mayoría de los turistas que llegaban a la ciudad salían con alguna experiencia terriblemente vergonzosa que intentarían esconder por el resto de sus vidas.
Diana de verdad que no quería recordarlo, y al fin y al cabo había sido culpa de la Dama de Honor. Es cierto que todas sabían que al bar donde iban a celebrar la despedida de soltera no se iba necesariamente para tomar el té, pero al final el espectáculo había sido demasiado. ¿Y quien diría que su madre se iba a escandalizar de esa manera? ¿No había sido ella la que había dicho antes de entrar, con toda la serenidad del mundo, que a su edad ya lo había visto practicamente todo? Y sus amigas, que al comenzar el espectáculo estaban calladas y atentas como quien visita un museo, y al final solo seguridad pudo hacer que soltaran a esos pobres chicos… Y después todo lo que tomó llevarlas de regreso al hotel, solo para encontrarse con el patrullero de policía que traía de regreso al novio y sus amigos, después de haber pasado unas cuantas horas en la estación y haber pagado una gran suma como multa, por haber golpeado al empleado de un kiosko solo porque les había pedido identificación antes de venderles licor.
Al final, por lo menos la boda había ido bien, sin contar, claro, la pérdida de los anillos de matrimonio que aparecieron justo a tiempo en uno de los zapatos de la niña de las flores, y el corto pero memorable ataque depresivo que le dio al novio porque su hermano no había podido asistir a la boda. Y Diana suponía que la razón por la que los novios no se pelearon acerca de los acontecimientos de la noche anterior había sido porque a cada uno le había ido peor que al otro, y porque ambos habían terminado la noche con altos niveles de alchool en el sistema y no recordaban muchos detalles.
En fin, Diana no pensaba regresar a Las Vegas en lo que le restaba de vida, y si lo hacía, por lo menos no volvería a tomar el papel de “responsable”, se aseguraría de tener mucho licor en la sangre, lo suficiente para sobrevivir la estadía, o por lo menos para después no recordarlo.