Acá va el cuento que escribí en las vacaciones. Me da como no-se-que ponerlo, pero ya no hay vuelta atrás. Si eres religioso y te ofendes con facilidad, mejor no leerlo. Quedan advertidos!
Le dolía todo el cuerpo. Pero eso era de esperarse, al fin y al cabo, uno no podía esperar que tres clavos de ese tamaño pasaran por tu cuerpo desapercibidos. De hecho, se estaba convirtiendo en un dolor irresistible. Era una pena, la verdad, habiendo tantas otras maneras interesantes de morir que no incluían tanto dolor. Podría haber sido tragado por una ballena, por ejemplo. O podría haber reído hasta quedarse sin aire y morir asfixiado. Aunque prefería la ballena, morir de risa no parecía apropiado.
Una nueva punzada de dolor le estremeció el cuerpo, pero después de la tensión inicial, el dolor se empezó a desvanecer.
“Ya era hora” alcanzó a decir, y luego Jesús, rey de los judíos, murió.
No era lo que había esperado. No había coros cantando el aleluya, ni luces deslumbrantes, y definitivamente había un problema en el tráfico de los ángeles. El problema era que ninguno llegaba.
Miró alrededor y vio a su madre llorando. “¡Hola madre!”, dijo, pero ella no lo miró. “Bueno, no es necesario que llores así, si yo…” pero cuando vio un poco más abajo, vio su cuerpo tirado en el suelo. “Oh. Bueno. Supongo que doy un poco de impresión en este momento…”
Miró un poco más lejos y encontró otra cara conocida. “María, María querida, no debes llorar de esa manera…”
JESUS DE NAZARET, ¿SUPONGO?
Dándose la vuelta, Jesús se encontró con una alta y esquelética figura envuelta en una túnica negra. Su esquelética mano cargaba una oz, y pequeñas luces brillaban en el lugar de sus ojos.
“Si, soy yo” dijo Jesús extrañado. Después de todo, esa figura definitivamente no era Satán. “¿Te puedo ayudar en algo?”
HE VENIDO A VERTE. TE ESTÁN ESPERANDO.
Jesús miró a la gente a su alrededor, algunos llorando, otros burlándose, otros blandiendo espadas y escudos como monos salvajes.
“No creo que haya terminado aquí.” Dijo Jesús. “Cosas que decir, lugares que ver y todo eso”.
Si el esqueleto hubiera tenido párpados, habría parpadeado de manera interesada. NO HAS… ¿TERMINADO?
“Bueno, no, hay muchas personas que quedarían muy confundidas si me voy en este momento. Si me pudieras dar al menos unas horas más…”
NI HABLAR. TU PADRE ME HA DADO INSTRUCCIONES MUY ESTRICTAS.
“¡Si bueno, él no es mi jefe ni nada parecido!” dijo Jesús pateando el piso.
EEEH
Hubo un silencio incómodo.
Jesús tosió y se enderezó. “Discúlpame. Eso fue bastante inmaduro. Supongo que morir trae lo peor de mi.”
SI, SUELO TENER ESE EFECTO EN LAS PERSONAS.
“Digo, no es nada en tu contra. No te vayas a ofender.”
NO TE PROCUPES. AL MENOS NO LLORASTE A MARES COMO ESE CHICO JUDAS. SEGUÍA TRATANDO DE EXPLICARME PORQUE HABÍA HECHO ALGO. NO LE ENTENDÍ NADA ENTRE LAS LÁGRIMAS.
Jesús miró al suelo mientras jugaba con sus pulgares.
¿LO CONOCÍAS?
“Eeeh, se podría decir, él fue responsable, oh bueno, no en realidad, pero más o menos, fue el responsable de todo esto” dijo haciendo un gesto hacia la cruz tras él.
AH.
Hubo otro silencio, esta vez menos incómodo que el anterior.
El silencio fue interrupción por un grito de lamento. Era imposible saber quien lo había emitido, había tanta gente llorando. Jesús parecía algo avergonzado. “Perdona por la conmoción. Les pediría que se calmen, pero, eh…”
NO ES NADA, TE LO ASEGURO. La Muerte miró en dirección a las dos Marías, quienes estaban sentadas juntas cerca de la base de la cruz. ¿QUIENES SON ESAS MUJERES?
“¿Ellas? Bueno, la mayor es mi madre, y la menor es mi… mi…” y no supo como contestar.
La Muerte cambió el peso de un pie al otro. Y… LAS COSAS QUE TE FALTAN DECIR Y ESO, ¿LAS HARÍA FELICES?
“¿Su… supongo?”
Muerte se detuvo un rato para pensar en la situación, y luego hizo un sonido que se parecía mucho a un suspiro resignado. ME VAN A DAR MUCHOS PROBLEMAS POR ESTO, ¿SABES?
“¿Quiénes?”
BUENO, TU PADRE, PARA EMPEZAR. TIENE UNA APUESTA CON LOS OTROS DIOSES, ALGO ACERCA DE EL MESÍAS MÁS OBEDIENTE, NO LE PUSE MUCHA ATENCIÓN. COMO SEA, NO LE VA A GUSTAR.
Jesús se encogió de hombros. “Nada que yo pueda hacer”.
Muerte miró otra vez a las mujeres llorando. Finalmente se llevó las manos a la cabeza. QUE DIABLOS. NO ES COMO SI ME PUDIERAN DESPEDIR. VAMOS.
Sin entender mucho la situación, pero haciendo su mejor esfuerzo, Jesús siguió a la Muerte hacia un escampado donde había un caballo blanco con la nariz metida en la hierba. “¿Debo entender que vas me vas a conceder mi petición?”
SI, EN POCAS PALABRAS. PUEDES USAR A PUMPI. VAMOS, SUBE.
Subieron al lomo del caballo que prontamente empezó a correr por… ¿el universo? ¿Las dimensiones? Bueno, algo de eso…
“A donde vamos, ¿exactamente?”
A VER A LA MAGA. ELLA ES LA QUE SE ENCARGA DE REENCARNACIONES Y TODO LO RELACIONADO CON LA VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE. TE PUEDO LLEVAR DONDE ELLA, Y ELLA TE CONSEGUIRÁ UNA REENCARNACIÓN O ALGO POR EL ESTILO. AUNQUE PROBABLEMENTE HAYA UNA LISTA DE ESPERA.
“Está bien, no me importa esperar un poco. Más bien, gracias por hacer esto por mi”.
NI QUE LO DIGAS. Y LO DIGO LITERALMENTE. MEJOR NO ATRAER ATENCIÓN CON TODO ESTO, DE SER POSIBLE.
“Si bueno, no quiero alardear, pero eso probablemente no ayude. Te das cuenta de que todo el mundo se va a enterar, ¿no?”
YA LO SÉ.
En poco tiempo, Jesús desmontaba a Pumpi en el pórtico de una vieja y dilapidada casa que tenía una silla mecedora al lado de la puerta. Alguien había dejado un tejido a medio hacer en el brazo de la silla. Se dio la vuelta hacia la figura en túnica y sonrió. “Gracias por todo, eeeh…”
OH, MUERTE ESTÁ BIEN. NO ES NECESARIO PONERLE MUCHA CEREMONIA.
“Cierto. Bueno, gracias otra vez, Muerte. Fue un honor conocerte. ¿Te volveré a ver?”
BUENO, VAS A VOLVER A LA VIDA, ¿NO? Y LOS VIVOS EN ALGÚN MOMENTO DEBEN MORIR. Con eso, Muerte arrió las riendas de Pumpi y galopó hacia nuevas dimensiones para recolectar otras almas.
“¡Nos veremos!” llamó Jesús, sacudiendo la mano con entusiasmo hacia la figura. Dando la vuelta, dio un suspiro y caminó hacia la puerta de la casa. Era tiempo de conocer a la Maga.
Conocer al Padre tendría que esperar.
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Ya no faltaba mucho para llegar a la cueva. Menos mal, porque se estaba cansada de cargar tantas botellas. Ungir el cuerpo de su Señor otra vez no iba a entrar en su agenda por unos cuantos días más, después de todo, él no se lo iba a reclamar.
“¿Y estás segura que la esencia de lavanda le gustaba más que la de romero?” preguntó la otra María. Había demasiadas Marías para su gusto. Por eso estaba pensando en cambiarse el nombre a algo más distintivo. Piccola era su favorito por el momento.
“Es mejor que la esencia de pino. No queremos que huela como baño público.” Repitió María, y ambas siguieron caminando.
Unos metros más tarde, María Magdalena y María de Santiago se encontraron con la cueva que resguardaba el cuerpo de su Señor. No les tomó mucho tiempo darse cuenta que había un problema con la piedra que tapaba la entrada. Les tomó todavía menos tiempo darse cuenta que el problema era que la piedra no estaba.
Las Marías se miraron entre ella.
“¿Tal vez alguien entró a robarla?” Sugirió María de Santiago.
“O tal vez María Madre se nos ha adelantado y está perfumando el cuerpo ahora mismo.” Dijo María Magdalena algo irritada. “Sabía que habríamos tenido que venir más temprano.”
“Es una ayuda para ustedes, si lo piensan” dijo una voz desde el suelo. “¿Cómo pensaban mover esa piedra?”
“…” Ambas Marías quedaron pensativas.
“Fueron los apóstoles quienes la pusieron en su lugar” dijo la primera María después de un tiempo. “No parecía q hubieran hecho mucho esfuerzo en levantarla.”
“Aunque pude haber sido porque la levantaron entre siete de ellos” dijo la segunda.
“Apuesto que Mateo fue no de los que no ayudó.” Dijo el Jesús desde el piso. “Nunca se le dio bien en trabajo físico.”
María asintió con la cabeza. “Simón en cambio prácticamente la cargaba el solo. Debe ser por eso que no me di cuenta que pesaba tanto. Nunca te dejes llevar por las expresiones de Simón, él podría cargar una mula sin rechistar.”
“Recuerdo aquella vez cuando…” empezó la otra María, cuando finalmente se dio cuenta de la situación. “Espera. ¿Quién eres tú?” le dijo a Jesús.
“Jesús de Nazaret” dijo Jesús. “Y tu eres María de Santiago, y tú María Magdalena” les dijo a cada una señalándolas. “Y ahora que terminamos con las formalidades, ¿alguna de ustedes no trae algo de comer?”
Hubo un silencio tenso por un minuto. Luego, María Magdalena rompió en lágrimas y se a los brazos de Jesús.
“Mi Señor, oh mi querido Señor.” Repetía entre sollozos. La segunda María, en cambio, lo miraba de manera sospechosa.
“Te vimos morir hace tres días.” Dijo con voz resuelta. “¿Cómo entonces te nos presentas de esta manera? Era tu cuerpo el que veníamos a ungir de perfumes.”
“Ah si.” Dijo Jesús no muy convencido. “Gracias por eso, aunque no se tendrían que haber molestado. No creo que mi sentido del olfato vuelva en los próximos días. Lo llaman efectos secundarios, o algo así.”
“Oh mi Señor” repitió María. “¿Cómo ha sido posible este milagro?”
“Eeeh, bueno, no fue tan difícil, después de todo.” Dijo Jesús, empezando a sonrojarse. “Un empujoncito de ayuda de la Muerte, y luego un… intercambio de bienes, se le podría llamar, con la Maga.”
“¿La Maga?”
“Es una figura legendaria.” Dijo Jesús con una voz que decía claramente que le aburría explicar el asunto. “Resultó que solo se sentía un poco sola, y quería compañía. Y como lo justo es intercambiar cosas de igual valor, intercambié una nueva vida por recuperar la mía.”
María Magdalena había dejado de llorar de repente. En el lugar de las lágrimas ahora se encontraban una expresión severa.
“Y que clase de ‘compañía’ buscaba esta tal Maga, eh?” dijo con voz irritada. “No suena de una mujer respetable estar haciendo intercambios con desconocidos… Dime, exactamente, ¿qué clase de pacto hiciste?”
Jesús viró los ojos y se dispuso a explicar. No era nada nuevo, y la verdad es que sabía controlar mejor los celos de maría hacia otras mujeres que los de sus apóstoles cuando creían que estaba haciendo nuevos amigos. O cuando creían que estaba eligiendo un favorito entre ellos. O cuando debía decidir quien caminaría a su lado. Había tenido que preparan horarios detallados de quien estaría junto a él y por cuanto tiempo, quien se sentaría a su lado a la hora de comer, y quien le ayudaría a lavarse la espalda cuando se bañara.
“No está bien que pienses mal de las personas sin conocerlas, ya t lo he dicho María.” Dijo Jesús, pero luego se dio cuenta de que otra vez empezaba a usar su voz ‘para sermones’, y se había prometido que no lo volvería a hacer. Esta sería una nueva vida. “La Maga quería un hijo, y yo se lo he dado. Pero no es necesario que te escandalices, porque ni siquiera la toqué.”
Pasó un minuto en que ambas Marías miraron a Jesús con ojos extrañados. Ambas abrían la boca y la cerraban inmediatamente, como si quisieran decir algo, pero no encontraran las palabras. Jesús dio un suspiro, y se propuso a explicar otra vez.
“Al fin y al cabo, mi familia se especializa en procrear niños sin la necesidad de un padre, y aunque lo tuve que aprender solo, cuando lo entendí no fue difícil hacerlo. Ahora la Maga espera felizmente el nacimiento de su hija, y yo me gané un viaje de venida hacia acá. Pensé incluso en tratar de hacer un negocio con esto, pero luego me di cuenta que aquí un hijo sin padre trae muchos más problemas de los que resuelve.”
Pasó otro minuto más en silencio. Las Marías se veían más confundidas que antes.
“Es una historia complicada.” Dijo Jesús en un tono que decía claramente que daba por terminada la conversación. “¿Están seguras de que no llevan nada de comida esos bultos? He pasado más de una hora empujando esa piedra hasta q finalmente salió del camino. Podrían haber puesto solo una puerta.”
María de Santiago le extendió una botella, que era la única que llevaba algo digerible. El resto de bultos estaban llenos de botellas de perfumes. Ahora que lo pensaba, tal vez se habían extendido un poco en la cantidad. Y pensar que un galón les había parecido poco al momento de comprarlo…
Jesús tomó la botella y bebió de ella agradecido. Luego se levantó y se sacudió la túnica.
“Bien pues, en camino entonces.” Y empezó a caminar por el sendero de regreso a la ciudad. Las dos Marías no pudieron más que seguirle, olvidando por completo los bultos de perfumes.
“¿Qué piensas hacer ahora, Señor?” preguntó María, apresurándose para llevar el paso de Jesús. “¿Regresar con tus apóstoles? No podrán de felicidad cuando te vean”.
“Si bueno, verlos no es mi objetivo inmediato” dijo Jesús. “Puedes decirles que he regresado, y pueden venir a verme si quieren, pero partiré en seguida hacia Galilea”
“¡Pero Señor! ¡Tus seguidores necesitan de su líder!” exclamó María.
“No puedo enseñarles nada que ya no les haya enseñado. Si lo aprendieron bien, cumplirán con su deber, pero yo ya no puedo intervenir.”
“Eso es lo que yo llevaba diciendo desde hacía tiempo.” Dijo María de Santiago pensativa. “Sin ofender Señor, pero tus sermones se volvieron un poco repetitivos los últimos meses. Lo salvaba el hecho de que se daban en ciudades y pueblos diferentes.”
“Es difícil mantener la originalidad” asintió Jesús.
“Pero Galilea, ¿Señor?” preguntó María curiosa. “¿Que irás a hacer allá?”
“Regreso a la carpintería, supongo” dijo Jesús desinteresado. “Estoy cansado de viajar, quiero quedarme en un solo lugar y tener una rutina todos los días. Los días de aventurero se acabaron. Me contaré la barba y compraré un perro.”
Caminaron unos metros más sin decir nada, todos pensando en los acontecimientos de los últimos días.
“Es solo que Galilea suena tan… normal” dijo María de Santiago. “Me hubiera imaginado algo diferente,”
“¿Si?” preguntó María Magdalena. “¿Cómo qué?”
“No sé, me imaginaba que ascendería a los cielos a sentarse a la derecha del padre, o algo parecido. Algo que sonara así de elegante.”
Jesús soltó una carcajada.
“Ah María, tu si que tiene buena imaginación.”
2 comentarios:
Jeje ¡Muy divertida! Entiendo a qué ibas con lo de sacrílego, pero es una parodia, es parte del género el tratamiento que les da a los personajes. Me pareció muy entretenida.
Aunque, de alguna manera, parece como si fuera una parte de una historia más larga que continúa, no sé exactamente por qué, así que te deja abierta la posibilidad de continuarla.
La próxima lo charlamos más, quería que supieras que pasé por acá, simplemente. Besos!
Emi
Buenas, q tal? Quería decirte que leí tu "Después del Evangelio" y me gustó bastante... me pareció en algunas partes muy orginal... como que era imposible predecir que iba a pasar a cada momento en tu delirante historia jaja
besos!
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